La artrosis, también llamada osteoartritis, es una enfermedad que afecta a las articulaciones móviles e involucra a todos sus tejidos, no solo al cartílago. Puede desarrollarse en una o varias localizaciones aunque es más común en rodillas, manos y caderas. Se caracteriza por dolor articular acompañado de diversos grados de limitación funcional y reducción de la calidad de vida. Además, el dolor está asociado a cambios en el estado de ánimo, el sueño y las habilidades de afrontamiento. Para algunas personas, los síntomas pueden ser leves y pueden aparecer y desaparecer. Otras personas pueden experimentar problemas más continuos y graves que dificultan la realización de las actividades cotidianas.
La artrosis es más común en mujeres, personas que viven en áreas desfavorecidas, personas a partir de los 45 años y personas con obesidad. A menudo existe una pobre relación entre los síntomas y los cambios detectados en una radiografía: cambios estructurales mínimos pueden asociarse con mucho dolor y cambios estructurales mayores pueden asociarse con síntomas leves. Contrariamente a la creencia popular, la artrosis no es causada por el envejecimiento y no empeora inevitablemente, aunque los síntomas fluctúan y los brotes son comunes.
¿Qué es la artrosis?
La Sociedad Internacional de Investigación de la Artrosis (OARSI) propone la siguiente definición:
La artrosis es un trastorno que afecta a las articulaciones móviles, caracterizado por un estrés celular y degradación de la matriz extracelular, iniciada por micro o macro lesiones que activan respuestas de reparación desadaptativas, incluidas vías proinflamatorias de inmunidad innata.
La afección se manifiesta primero como un trastorno a nivel molecular (metabolismo anormal del tejido articular) seguido de un trastorno anatómico y/o fisiológico (degradación del cartílago, remodelación ósea, formación de osteofitos, inflamación de la articulación y pérdida de la función articular normal) que puede culminar en una enfermedad propiamente dicha.
Causas de la artrosis
No existe una causa única de la artrosis y se desconoce la etiología exacta. Los factores de riesgo para desarrollar la enfermedad incluyen la edad, predisposición genética, sexo femenino, obesidad, debilidad muscular, factores anatómicos y lesiones articulares en relación con ciertas actividades deportivas u ocupacionales que requieren movimientos repetitivos.
Tipos de artrosis
Podemos distinguir 2 tipos de artrosis: primaria y secundaria.
La artrosis primaria es el subconjunto más común de la enfermedad. Se diagnostica en ausencia de un traumatismo o enfermedad predisponente pero asociada con los factores de riesgo antes mencionados.
La artrosis secundaria ocurre con una anomalía articular preexistente:
- Traumatismos, lesiones o cirugías previas
- Trastornos congénitos de las articulaciones
- Artritis reumatoide
- Necrosis avascular
- Artritis inflamatoria
- Enfermedad de Paget
- Osteopetrosis
- Osteocondritis disecante
- Trastornos metabólicos (hemocromatosis, enfermedad de Wilson),
- Hemoglobinopatía
- Síndrome de Ehlers-Danlos
- Síndrome de Marfan
Las lesiones articulares son uno de los factores de riesgo para la artrosis más modificables. Después de una lesión articular, la rehabilitación con ejercicio terapéutico (y la educación del paciente) debe ser la primera línea de tratamiento, independientemente de si necesita cirugía o no.
Es importante volver a los niveles recomendados de actividad física y mantener fuertes los músculos que rodean la articulación después de una lesión. Si tienes dificultades para aumentar tu actividad física u otras tareas físicas relacionadas con tu trabajo o tu ocio, habla con un fisioterapeuta sobre ejercicios específicos para facilitar las cosas.
Confederación Mundial de Fisioterapia (WCPT)
Fisiopatología de la artrosis
La artrosis es una enfermedad de toda la articulación, afecta a todos sus tejidos: cartílago, hueso, cápsula articular, membrana sinovial, ligamentos, meniscos, músculos, tendones y tejidos nerviosos. Su causa es una interacción de factores de riesgo (mencionados anteriormente), estrés mecánico y mecánica articular anormal. Esta combinación conduce a marcadores proinflamatorios y proteasas que finalmente median en la destrucción articular. Sin embargo, todavía se desconoce la vía completa que conlleva la destrucción de toda la articulación.
Normalmente los cambios más tempranos suceden a nivel del cartílago articular. Se produce fibrilación de su superficie, irregularidades y erosiones focales. Estas erosiones se extienden hasta el hueso y se expanden e involucran una mayor parte de la superficie articular.
Pero, ¿qué está ocurriendo a nivel microscópico?
La lesión del cartílago supone el daño de la matriz de colágeno. Esto hace que los condrocitos proliferen, se hipertrofien y formen clusters (cúmulos) en un intento de repararla. Sin embargo, estos clusters contienen células que expresan un gran número de mediadores patogénicos que parecen contribuir a la degradación y calcificación de la matriz de colágeno y la inflamación de la articulación. Todo ello causa crecimientos prominentes de cartílago que se osifican y forman osteofitos.
A medida que se daña más la matriz de colágeno, los condrocitos sufren muerte celular por apoptosis, dando lugar a un cartílago hipocelular. El hueso subcondral se engrosa y en fases avanzadas de la enfermedad pueden aparecer quistes óseos aunque no de manera frecuente.
También hay cierto grado de hipertrofia sinovial e inflamación que contribuyen de manera decisiva en la patogenia y en el grado de expresividad clínica de la enfermedad. Las estructuras de los tejidos blandos (ligamentos, cápsula articular, meniscos) se ven afectadas.
En la etapa final de la artrosis se detectan cristales de pirofosfato de calcio dihidratado y de fosfato de calcio. Su papel no está claro, pero se cree que contribuyen a la inflamación sinovial.
A pesar de estos cambios, puede que la articulación siga funcionando normalmente, sin dolor ni rigidez.
Prevalencia de la artrosis
La artrosis es la forma más común de artritis. Afecta al 7% de la población mundial. En torno a 527 millones de personas en todo el mundo vivían con artrosis en 2019 frente a 247 millones de personas en 1990.
Las mujeres la padecen más que los hombres y tienden a tener una enfermedad más severa. La rodilla es la articulación más frecuentemente afectada (60,6%), seguida de la mano (23,7%), otras localizaciones (10,2%) y la cadera (5,5%).
La prevalencia de la artrosis está aumentando debido, en parte, a que también lo están haciendo factores de riesgo como el envejecimiento de la población, la obesidad, la inactividad física y las lesiones articulares previas. La artrosis es la tercera afección relacionada con la discapacidad que más rápido crece después de la diabetes y la demencia. De hecho, en un estudio global de 291 enfermedades, la artrosis de rodilla y cadera se clasificó como la 11ª enfermedad que más contribuye a la discapacidad.
Paralelamente, su carga económica y social también se está incrementando. Lo hace en forma de:
- Costes directos: investigación, tratamientos no quirúrgicos, cirugías, recursos hospitalarios, tiempo invertido por los cuidadores y costos de los efectos secundarios de los tratamientos.
- Costes indirectos: absentismo laboral, pérdida de productividad, mortalidad prematura y pagos/beneficios por discapacidad.
- Costes intangibles: dolor, sufrimiento, reducción de la calidad de vida, depresión, ansiedad.
En los próximos años, los profesionales de la salud deben prepararse para un gran aumento en la demanda de servicios para tratar la artrosis.
Diagnóstico de la artrosis
Según la guía NICE, la artrosis se puede diagnosticar llevando a cabo una historia clínica completa y un examen físico. Puede diagnosticarse clínicamente sin necesidad de realizar pruebas de imagen si una persona:
- Tiene 45 años o más y
- Tiene dolor articular relacionado con la actividad y
- No tiene rigidez matutina relacionada con las articulaciones o tiene una rigidez matutina que no dura más de 30 minutos
La artrosis también puede ser diagnosticada en personas menores de 45 años, comúnmente después de una lesión articular traumática.
Por otro lado, la guía NICE señala que no se utilicen rutinariamente pruebas de imagen para diagnosticar la artrosis, a menos que haya características atípicas o características que sugieran un diagnóstico alternativo o adicional.
Explicando el diagnóstico
Es recomendable pararse a explicar al paciente qué es la artrosis y sobre todo qué no es. Existen muchos mitos extendidos que pueden hacer que la persona afronte la enfermedad desde una perspectiva errónea.
Los profesionales de la salud deben evitar términos que ofrecen una impresión inexacta de la causa del dolor y de su pronóstico. Por ejemplo:
- Desgaste y ruptura
- Desintegración, degeneración, degradación progresiva de la articulación
- Problema de hueso sobre hueso
- Deterioro del cartílago
Si eres paciente te gustará saber que no es correcto hablar de la artrosis como un simple proceso de desgaste o uso excesivo. De hecho, la articulación responde activamente a estos estímulos para repararse y es más probable que el dolor asociado con la artrosis se produzca durante estos procesos de reparación de los tejidos (cartílago, hueso, membrana sinovial, ligamentos…) que por la pérdida del cartílago en sí o por la formación de osteofitos.
Es mejor referirse al problema como dolor articular, tal y como sugiere el grupo CHESM de la Universidad de Melbourne en su programa PEAK. De esta forma no se evocan imágenes de un problema estructural desesperanzador que solo se puede mejorar con cirugía. Y el paciente se conciencia de que el manejo clínico está dirigido a lidiar con ese dolor y sus consecuencias, sin crear miedo/ansiedad por el daño articular, y sin crear la expectativa de que un uso adicional de las articulaciones empeorará la enfermedad.
Usar un lenguaje amenazante al describir la artrosis puede:
- Infundir miedo a los pacientes y perpetuar conceptos erróneos.
- Hacer que el paciente e incluso los profesionales sean más reacios a usar tratamientos básicos efectivos como la fisioterapia y el ejercicio.
- Contribuir al uso excesivo/inadecuado de cirugías.
En su lugar debemos transmitir un mensaje más acorde con la evidencia científica. Crear una sensación de esperanza y optimismo para el futuro, incluido el hecho de que el dolor se puede reducir y mejorar la función.
Síntomas de la artrosis
La artrosis es clínicamente muy variable. Puede presentarse como un hallazgo casual asintomático, puede tener síntomas leves e intermitentes, o puede ser un trastorno discapacitante de carácter permanente. Como dijimos, la enfermedad no empeora inevitablemente, aunque los síntomas fluctúan y los brotes son comunes.
Las personas con artrosis pueden tener síntomas como:
- Dolor en las articulaciones relacionado con el uso.
- Rigidez matutina de corta duración en la articulación afectada.
- Sensación de pérdida de control (los pacientes se quejan de que la articulación “cede” o “se dobla”).
- Agrandamiento y dolor óseo.
- Hipertrofia y derrame sinovial.
- Inestabilidad ligamentosa.
- Debilidad muscular.
- Deformidad articular.
- Rango de movimiento limitado.
- Deterioro de la función física.
- Alteración del patrón de la marcha y del equilibrio.
Estos síntomas pueden conducir a limitaciones en la actividad, restricciones en la participación, interrupción del sueño, fatiga, estado de ánimo ansioso o deprimido y, en última instancia, pérdida de independencia y reducción de la calidad de vida. Más de la mitad de las personas con artrosis manifiesta que perjudica gravemente su vida familiar y laboral.
Localizaciones más comunes de la artrosis
La artrosis puede ser monoarticular o poliarticular, es decir, presentarse en una o varias articulaciones. Son localizaciones comunes:
- Las articulaciones interfalángicas proximales y distales de la mano (artrosis de dedos).
- La primera articulación carpometacarpiana (artrosis del pulgar o rizartrosis).
- La cadera (artrosis de cadera o coxartrosis).
- La rodilla (artrosis de rodilla o gonartrosis).
- La primera articulación metatarsofalángica (artrosis de dedos).
- Las articulaciones de la columna cervical inferior y lumbar.
Es importante reseñar que las articulaciones pueden estar en diferentes etapas de progresión de la enfermedad.
Los hallazgos clásicos del examen físico en la artrosis de la mano incluyen:
– Nódulos de Bouchard en las articulaciones interfalángicas proximales.
– Nódulos de Heberden en las articulaciones interfalángicas distales.
– «Cuadratura» en la base del pulgar (primera articulación carpometacarpiana).

Comorbilidades
La mayoría de las personas con artrosis (59-87%) tienen al menos otra enfermedad crónica significativa, lo que aumenta la complejidad del tratamiento. De hecho, el 31% tienen cinco o más. Las más comunes son enfermedades cardiovasculares, diabetes e hipertensión. También aparece junto a la obesidad, enfermedad pulmonar, dolor crónico, depresión y deficiencias visuales y auditivas.
La interacción entre artrosis y comorbilidades puede hacer que la medicación concomitante tenga un impacto negativo en estas enfermedades o que se reduzcan las opciones farmacológicas. Por ejemplo, las personas con hipertensión pueden tener un mayor riesgo de sufrir efectos adversos si se usan antiinflamatorios no esteroideos (AINE) orales para el tratamiento de la artrosis.
Por otra parte, el dolor o la pérdida de función provocada por la artrosis puede afectar negativamente a intervenciones necesarias para el manejo de dichas comorbilidades, como pueden ser la pérdida de peso, el aumento de la actividad física o la participación en programas de rehabilitación cardiaca.
Mención especial merece la osteoporosis, que aparece en el 20-33% de los adultos mayores con artrosis. La artrosis puede jugar un papel en la patogénesis de la osteoporosis debido a que las personas pueden reducir la realización de actividades en carga. Además, contribuye significativamente al riesgo de caída. Y ya sabemos que el binomio osteoporosis-caídas conduce a las temidas fracturas por fragilidad.
En comparación con la población general, las personas con artrosis han mostrado un exceso de mortalidad por todas las causas. Cuanto más grave es la limitación para caminar, mayor es el riesgo de muerte, debido en gran parte a las enfermedades cardiovasculares.
Pronóstico de la artrosis
La historia natural de la artrosis es variable y no necesariamente progresa a una enfermedad radiográfica más grave. Su pronóstico depende de qué articulaciones están afectadas y del nivel de sintomatología y limitación funcional. Un número significativo de personas no experimentará ninguna progresión e incluso puede mejorar con el tiempo, mientras que otros pueden experimentar una discapacidad grave. En algunos casos, la cirugía de reemplazo articular (artroplastia / prótesis) ofrece los mejores resultados a largo plazo. Sin embargo, la mayoría de las personas con artrosis nunca necesitará una prótesis.
Los principales factores de riesgo para el empeoramiento del dolor y/o la función física en personas con artrosis de rodilla incluyen:
- Edad avanzada.
- Aumento del índice de masa corporal.
- Mayor cantidad de comorbilidades.
- Mayor gravedad inicial (tanto radiográfica como sintomática).
- Síntomas bilaterales en las rodillas.
- Síntomas depresivos.
- Debilidad muscular.
- Velocidad de la marcha disminuida.
Valoración de la artrosis
La valoración inicial de una persona con artrosis de cadera o rodilla debe usar un enfoque biopsicosocial que incluya:
Capacidad funcional: fuerza, movilidad, capacidad para caminar, subir escaleras, sentarse y levantarse, equilibrio, postura y propiocepción.
Factores sociales: efecto sobre las actividades de la vida diaria, las relaciones y la calidad de vida, las actividades recreativas y ocupacionales, los roles sociales.
Factores psicológicos: cribado de depresión; estresores en la vida; estado anímico.
Evaluación del dolor: naturaleza del dolor, otros sitios de dolor, estrategias de autoayuda; uso de analgésicos, dosis, frecuencia y efectos secundarios; comprensión sobre el dolor persistente.
Creencias y preocupaciones sobre la salud: conocimientos previos de la enfermedad; expectativas de tratamiento; comprensión de las opciones de tratamiento, incluidos los beneficios y los daños; experiencias anteriores; conceptos erróneos.
Actitudes hacia la actividad física y el ejercicio: preocupaciones; factores que restringen su realización; creencias (p. ej. el ejercicio empeorará la artrosis).
Presencia de apoyo: preocupaciones y expectativas de los cuidadores; problemas de aislamiento.
Influencia de las comorbilidades: interacción de dos o más enfermedades; riesgo de caídas.
Factores de riesgo modificables: exceso de peso; calidad del sueño; alineación articular; lesiones; sensación de pérdida de control de la articulación.
En las valoraciones, se recomienda el uso de instrumentos autocumplimentados por el paciente para evaluar el dolor y la función, tales como:
- Escala numérica del dolor
- Escala visual analógica del dolor
- Cuestionario WOMAC (Western Ontario and McMaster Universities Osteoarthritis Index)
- KOOS para la rodilla (Knee Injury and Osteoarthritis Outcome Score)
- HOOS para la cadera (Hip Disability and Osteoarthritis Outcome Score)
De manera complementaria, la OARSI recomienda un set de cinco pruebas basadas en el rendimiento para valorar la función física de las personas con artrosis de cadera o rodilla:
- 30 second chair stand test ***
- 40 metre fast-paced walk test ***
- Stair-climb test ***
- Timed up and go test
- Six minute walk test
*** Las tres primeras pruebas se consideran el conjunto mínimo básico. Puedes consultar el manual para su correcta administración en este enlace.
Finalmente, para evaluar la respuesta al tratamiento deben llevarse a cabo valoraciones periódicas planificadas. Así podremos reforzar o reorientar al paciente y su plan de tratamiento.
Tratamiento de la artrosis
Existen numerosas guías de práctica clínica para el manejo de la artrosis. Según CHESM, todas son consistentes en recomendar:
- Para TODOS los pacientes como tratamiento de primera línea: educación, consejos e información, ejercicio terapéutico y pérdida de peso si corresponde.
- Para ALGUNOS pacientes: estrategias farmacológicas (analgésicos y AINE), terapias pasivas, ayudas y dispositivos.
- Para POCOS pacientes: intervención quirúrgica, solo si el uso apropiado de las estrategias no quirúrgicas no ha tenido éxito.
En este apartado vamos a exponer las recomendaciones de la guía NICE publicadas en 2022 para el manejo de la artrosis.
Información y apoyo
- Adaptar la información a las necesidades de la persona, familia y cuidadores y asegurarse de que está en un formato accesible. Es mejor si se da información oral y por escrito.
- Permitir la participación activa del paciente en su atención, poner en práctica la toma de decisiones compartida y tener en cuenta las comorbilidades.
- Explicar al paciente que:
- La artrosis se diagnostica clínicamente y normalmente no se necesitan pruebas de imagen para confirmar el diagnóstico.
- El manejo de la enfermedad es guiado por los síntomas y la función física.
- Los pilares del tratamiento son el ejercicio terapéutico y la pérdida de peso, junto a información y apoyo.
- Aconsejar al paciente sobre dónde puede encontrar más información de calidad sobre: la enfermedad, mitos relacionados con ella, tipos específicos de ejercicio, control de los síntomas, acceso a fuentes de información adicional y de apoyo (p. ej. grupos de apoyo), beneficios y limitaciones del tratamiento.
Ejercicio terapéutico
- Proponer a todas las personas con artrosis la realización de ejercicio terapéutico adaptado a sus necesidades. Por ejemplo fortalecimiento muscular a nivel local, acondicionamiento aeróbico general.
- Considerar la necesidad de sesiones de ejercicio terapéutico supervisadas.
- Advertir a las personas de que el dolor en las articulaciones puede aumentar cuando comiencen con el ejercicio terapéutico. Pero que:
- Hacer ejercicio de manera regular y constante, aunque inicialmente pueda causar dolor o molestias, será beneficioso para sus articulaciones.
- Realizar un plan de ejercicios a largo plazo aumenta sus beneficios al reducir el dolor y aumentar la funcionalidad y la calidad de vida.
- Considerar combinar el ejercicio terapéutico con:
- Un enfoque de cambio de comportamiento que incluya formas de reducir el dolor y el esfuerzo al usar las articulaciones; entrenamiento en habilidades para afrontar el dolor; establecimiento de metas; coaching motivacional; asesoramiento sobre control de peso y asesoramiento sobre riesgos laborales.
- Un programa de educación.

2. Considerar la realización de ejercicio en el contexto de vivir con artrosis y dolor (promover la autogestión; confiar en que el programa no empeorará la enfermedad del paciente; dar estrategias para controlar el dolor a corto plazo relacionado con el ejercicio)
3. Llevar a cabo una valoración inicial integral y valoraciones periódicas planificadas
4. Establecer objetivos (pactados, significativos, funcionales, con un programa de ejercicios acorde y expectativas realistas respecto al mismo)
5. Tener en cuenta el tipo de ejercicio (aeróbico, fuerza, neuromuscular, flexibilidad y equilibrio; abordar las deficiencias o limitaciones funcionales del individuo; simple, económico, reproducible en el hogar)
6. Considerar la dosis del ejercicio (suficiente para producir cambios fisiológicos y clínicamente significativos; dos o más veces por semana; centrarse en el largo plazo)
7. Hacer modificaciones y progresiones en el ejercicio
8. Individualizar el ejercicio
9. Optimizar las condiciones en que se va a desarrollar el ejercicio de cara a su éxito (instrucciones fáciles de seguir; asegurarse del entendimiento del programa por parte de la persona y de su confianza en ejecutarlo; fomentar diálogo abierto)
10. Centrarse en la adherencia al ejercicio (motivar, abordar barreras y facilitadores; garantizar programas factibles; retroalimentar; preparar alternativas; buscar opciones para seguir con el programa en la comunidad)
11. Proveer información sobre la artrosis y el papel que juega el ejercicio Recomendaciones completas en https://doi.org/10.1016/j.joca.2022.10.009
Gestión del peso corporal
Para las personas con artrosis que vivan con sobrepeso u obesidad:
- Advertirles de que perder peso mejorará su calidad de vida y función física y reducirá el dolor.
- Ayudarles a establecer un objetivo de pérdida de peso.
- Advertirles de que cualquier pérdida de peso probablemente será beneficiosa, pero que es probable que perder un 10% de su peso sea mejor que perder un 5%.
Otros tratamientos no farmacológicos
- Solo considerar la terapia manual para la artrosis de rodilla o cadera y junto a ejercicio terapéutico. Explicar que no existen suficientes pruebas que apoyen su uso como tratamiento único en personas con artrosis.
- Considerar el uso de productos de apoyo para caminar (como bastones) en personas con artrosis de miembro inferior.
- No ofrecer de manera rutinaria plantillas, órtesis, taping o férulas a no ser que (1) haya inestabilidad articular o biomecánica anormal y (2) el ejercicio terapéutico sea ineficaz o inadecuado sin el uso de una ayuda o soporte y (3) dicha ayuda o soporte es probable que mejore el movimiento y la función.
- No ofrecer acupuntura, punción seca ni tratamientos de electroterapia.
Tratamiento farmacológico
- Si son necesarios tratamientos farmacológicos, deben usarse:
- Junto a tratamientos no farmacológicos y para facilitar la realización del ejercicio terapéutico.
- Con la dosis mínima efectiva durante el menor tiempo posible.
- Ofrecer el uso de un AINE tópico para la artrosis de rodilla. Considerar su uso para la artrosis de otras articulaciones.
- Si estos fármacos tópicos son ineficaces o inadecuados para el paciente, se considerará el uso de AINE orales teniendo en cuenta los potenciales efectos secundarios y los factores de riesgo personales. En este sentido, se le ofrecerá el uso de un protector gástrico durante el tratamiento.
- No se debe ofrecer:
- Paracetamol u opioides débiles de manera rutinaria, a no ser que solo sean usados con poca frecuencia para el alivio del dolor a corto plazo y todos los demás tratamientos farmacológicos estén contraindicados, no sean tolerados o no produzcan los efectos deseados.
- Glucosamina (no hay fuerte evidencia de su beneficio).
- Opioides (sus riesgos superan a sus beneficios).
- Inyecciones intraarticulares de ácido hialurónico.
- Considerar el uso de inyecciones intraarticulares de corticosteroides cuando otros tratamientos farmacológicos sean ineficaces o inadecuados, o para facilitar la realización del ejercicio terapéutico. Hay que explicarle a la persona que solo brindan alivio a corto plazo (de 2 a 10 semanas).
- En general, se debe revisar con la persona si debe continuar con el tratamiento y basar la frecuencia de las revisiones en la necesidad clínica.
Tratamiento quirúrgico
- Considerar la derivación de personas con artrosis de cadera, rodilla u hombro para un reemplazo articular (prótesis) si sus síntomas articulares están impactando sustancialmente en su calidad de vida y el tratamiento no quirúrgico es ineficaz o inadecuado.
- No excluir a personas de la derivación para un reemplazo articular por su edad, sexo o género, tabaquismo, comorbilidades, sobrepeso u obesidad.
- No ofrecer un lavado o desbridamiento artroscópico.
Los pacientes que se someten a un reemplazo articular tienden a tener un buen pronóstico, con tasas de éxito de más del 80%. Sin embargo, la mayoría de las prótesis se desgastan en 10 a 15 años y se requiere una nueva cirugía.
El momento en que se realiza la cirugía es clave para predecir el éxito. Es posible que un estado funcional muy deficiente y una debilidad muscular considerable no mejoren el estado funcional posoperatorio en comparación con los que se someten a cirugía más temprano en el curso de la enfermedad.
Conclusiones
Pese a los enormes costes personales, sociales y económicos, la artrosis no recibe suficiente atención y cuidado:
- No suele formar parte de los planes estratégicos globales frente a las enfermedades no transmisibles, pese a que coexiste con ellas y puede aumentar su morbilidad y mortalidad.
- Los pacientes sienten que se minimizan sus preocupaciones por parte de los profesionales sanitarios. Ambos pueden tener creencias erróneas como que la artrosis es parte inevitable del envejecimiento y que no hay tratamientos efectivos.
- Los tratamientos básicos (educación, ejercicio, pérdida de peso) no están ampliamente extendidos, mientras que aumenta el uso de tratamientos costosos y no comprobados.
- La variabilidad clínica de la artrosis y sus comorbilidades no se toman en cuenta. Esto junto a la falta de seguimiento de las guías de práctica clínica conduce a consecuencias no deseadas, entre ellas el abuso de opioides.
Sin embargo, hay razones para pensar que la artrosis puede ser abordada de una manera más exitosa. No deja de aumentar la comprensión respecto a la patogenia, el impacto y la carga de la enfermedad. También lo hace la capacidad para identificar a las personas con más riesgo de progresión. Los esfuerzos deben dirigirse a:
- La prevención de la artrosis
- La evitación de tratamientos inapropiados y de bajo valor
- El acceso equitativo a las intervenciones costo-efectivas existentes
- La identificación de fármacos seguros y de bajo coste para el alivio del dolor
Espero que ahora seas capaz de afrontar la artrosis de manera más segura y con el conocimiento científico de tu lado. ¡Un saludo!
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FUENTE : lafisioterapia.net
These tips may seem pretty obvious, but they helped me to focus more on my health, thanks!
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